Don Casmurro se publicó en Río de Janeiro en 1899. El narrador y protagonista (Bentinho, Bento Santiago o Don Casmurro) relata, tirando de recuerdos y de ironía, los sucesos que marcaron su vida. El celoso Bento, a lo largo de una exposición fragmentada, crítica, paródica, manipuladora… va dejando pequeñas píldoras que permiten a sus lectoras y lectores, a los que alternativamente apela, adivinar hacia dónde los quiere conducir: la supuesta infidelidad de su esposa Capitu (léase Capitú).
Ninguna de las lecturas hechas hasta 1960 cuestionaba la traición de Capitu. En ese año la brasileñista Helen Caldwell -traductora de Don Casmurro al inglés en 1953, y buena conocedora de la obra de Shakespeare- publica un ensayo titulado “The brazilian Othello of Machado de Assis. A study of D. Casmurro”, que cambia por completo el enfoque. El ensayo comienza con esta frase: “Los brasileños tienen una joya que todo el mundo debería envidiar, un verdadero Kohinoor entre los escritores de ficción: Machado de Assis”.